
José Saramago decía: ¿Y si las historias para niños fueran de lectura obligatoria para adultos?, ¿seríamos realmente capaces de aprender lo que desde hace tanto tiempo venimos enseñando...?...
Desde esa base presento esta selección de 7 cuentos breves de sabiduría oriental para que cada uno extraiga sus propias conclusiones, y para que los adultos reconectemos con la sabiduría y la magia de todo el aprendizaje que nos siguen aportando los cuentos.
Vale la pena leerlos con calma y detenimiento. Se recomienda aparcar la prisa y darse una pausa entre un cuento y el siguiente...
LA FARMACIA
Nasrudín estaba sin trabajo y preguntó a algunos amigos a qué profesión podía dedicarse. Ellos le dijeron:
-A ver Nasrudín... Tú eres un hombre muy capaz y sabes mucho sobre las propiedades medicinales de las hierbas. Podrías abrir una farmacia..
Nasrudín volvió a su casa, le estuvo dando vueltas a la cuestión durante unos días, y finalmente se dijo: "Sí, es una buena idea, creo que soy capaz de ser farmacéutico". Claro que Nasrudín estaba pasando por una época en la que deseaba ser muy prominente e importante. "No solo abriré una
farmacia que se ocupe de
farmacia que se ocupe de
Entonces compró un local, instaló los estantes y vitrinas, y cuando llegó el momento de pintar la fachada colocó un andamio, lo cubrió con sábanas, y se puso a trabajar sin que nadie pudiera ver nada. A nadie le dejó ver cómo estaba pintando la fachada y qué nombre pondría a la farmacia.
Después de unos días distribuyo panfletos que decían: "Mañana es el gran día. Inauguración: mañana a las 9".
Todas las personas del pueblo y de los pueblos de los alrededores vinieron y se concentraron expectantes frente a la farmacia.
A las 9 en punto salió Nasrudín y, con gesto teatral, sacó la sábana que cubría la fachada de la tienda. La gente que allí estaba vio un gran cartel que decía:
"FARMACIA CÓSMICA Y GALÁCTICA DE NASRUDÍN"
Debajo, con letras más pequeñas: "Armonizada con influencias planetarias".
La gran mayoría de personas que asistieron a la inauguración quedaron muy impresionadas. Aquel día hizo mucho negocio, la gente no dejaba de comprar. Por la tarde el maestro de la escuela del pueblo le visitó y le dijo:
-Francamente Nasrudín, estas afirmaciones que usted hace son un poco dudosas...
-¿Dudosas por qué? -respondió Nasrudín-.
-Eso de cósmica y galáctica, y armonizada con influencias planetarias, francamente...
-No, no, no, no... -dijo Nasrudín- Todas las afirmaciones que yo hago sobre las influencias planetarias son absolutamente ciertas. Cuando sale el sol, abro la farmacia. Cuando el sol se pone, la cierro.
PERLAS DE SABIDURÍA
Había una vez en el lejano Oriente un hombre considerado muy sabio. Un joven viajero decidió visitarle para aprender de él.
-Maestro, me gustaría saber cómo llegar a ser tan sabio como usted...
-Es realmente sencillo, -le dijo- yo solo me dedico a descubrir perlas de sabiduría. ¿Ves aquel gran baúl de perlas?
-Sí.
-Son todas las que he acumulado durante mi vida.
-Sí pero... ¿dónde puedo encontrarlas?
-Están en todas partes. Es cuestión de aprender a discernirlas. La sabiduría siempre está preparada para quien esté dispuesto a tomarla. Es como una planta que nace dentro del hombre, evoluciona dentro de él, se nutre de otros hombres y da frutos que alimentan a otros hombres.
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persona para crear mi propia sabiduría y compartirla con los demás...
En aquel momento, las palabras de aquel joven parecía como si se fueran formando una pequeña nube de vapor de agua que se condensaba hasta solidificarse en una pequeña perla. Inmediatamente el maestro la recogió para ponerla junto al resto de perlas.
El maestro le dijo:
-Realmente, mi única sabiduría es recopilar estas perlas para después saber utilizarlas en el momento oportuno.
AFILAR EL HACHA
En cierta ocasión, un joven llegó a un campo de leñadores con el propósito de obtener trabajo. Habló con el responsable y éste, al ver el aspecto y la fortaleza de aquel joven, lo aceptó sin pensárselo y le dijo que podía empezar al días siguiente.
Durante su primer día en la montaña trabajó duramente y cortó muchos árboles.
El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue escasamente la mitad del primer día.
El tercer día se propuso mejorar su producción. Desde el primer momento golpeaba el hacha con toda su furia contra los árboles. Aun así, los resultados fueron nulos.
Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimiento del joven leñador, le preguntó:
-¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?
El joven respondió:
-Realmente, no he tenido tiempo... He estado demasiado ocupado cortando árboles...
EL ÁRBOL QUE NO SABÍA QUIEN ERA
Había una vez en un lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un jardín esplendoroso con árboles de todo tipo: manzanos, perales, naranjos, grandes rosales,... Todo era alegría en el jardín y todos estaban muy satisfechos y felices. Excepto un árbol que se sentía profundamente triste. Tenía un problema: no daba frutos.
-No sé quién soy... -se lamentaba-.
-Te falta concentración... -le decía el manzano- Si realmente lo intentas podrás dar unas manzanas buenísimas... ¿Ves qué fácil es? Mira mis ramas...
-No le escuches. -exigía el rosal- Es más fácil dar rosas. ¡¡Mira qué bonitas son!!
Desesperado, el árbol intentaba todo lo que le sugerían. Pero como no conseguía ser como los demás, cada vez se sentía más frustrado.
Un día llegó hasta el jardín un búho, la más sabia de las aves. Al ver la desesperación del árbol exclamó:
-No te preocupes. Tu problema no es tan grave... Tu problema es el mismo que el de muchísimos seres sobre la Tierra. No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo. Conócete a ti mismo tal como eres. Para conseguir esto, escucha tu voz interior...
¿Mi voz interior?... ¿Ser yo mismo?... ¿Conocerme?... -se preguntaba el árbol angustiado y desesperado-. Después de un tiempo de desconcierto y confusión se puso a meditar sobre estos conceptos.
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"Tú nunca en la vida darás manzanas porque no eres un manzano. Tampoco florecerás cada
primavera porque no eres un rosal. Tú eres un roble. Tu destino es crecer grande y majestuoso, dar nido a las aves, sombra a los viajeros, y belleza al paisaje. Esto es quien eres. ¡Sé quien eres!, ¡sé quien eres!..."
primavera porque no eres un rosal. Tú eres un roble. Tu destino es crecer grande y majestuoso, dar nido a las aves, sombra a los viajeros, y belleza al paisaje. Esto es quien eres. ¡Sé quien eres!, ¡sé quien eres!..."
Poco a poco el árbol se fue sintiendo cada vez más fuerte y seguro de sí mismo. Se dispuso a ser lo que en el fondo era. Pronto ocupó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
Solo entonces el jardín fue completamente feliz. Cada cual celebrándose a sí mismo.
LAS LLAVES DE LA FELICIDAD
En una oscura y oculta dimensión del Universo se encontraban reunidos todos los grandes dioses de la antigüedad dispuestos a gastarle una gran broma al ser humano. En realidad, era la broma más importante de la vida sobre la Tierra.
Para llevar a cabo la gran broma, antes que nada, determinaron cuál sería el lugar que a los seres humanos les costaría más llegar. Una vez averiguado, depositarían allí las llaves de la felicidad.
-Las esconderemos en las profundidades de los océanos -decía uno de ellos-.
-Ni hablar -advirtió otro-. El ser humano avanzará en sus ingenios científicos y será capaz de encontrarlas sin problema.
-Podríamos esconderlas en el más profundo de los volcanes -dijo otro de los presentes-.
-No -replicó otro-. Igual que sería capaz de dominar las aguas, también sería capaz de dominar el fuego y las montañas.
-¿Y por qué no bajo las rocas más profundas y sólidas de la tierra? -dijo otro-.
-De ninguna manera -replicó un compañero-. No pasarán unos cuantos miles de años que el hombre podrá sondear los subsuelos y extraer todas las piedras y metales preciosos que desee.
-¡Ya lo tengo! -dijo uno que hasta entonces no había dicho nada-. Esconderemos las llaves en las nubes más altas del cielo.
-Tonterías -replicó otro de los presentes-. Todos sabemos que los humanos no tardarán mucho en volar. Al poco tiempo encontrarían las llaves de la Felicidad.
Un gran silencio se hizo en aquella reunión de dioses. Uno de los que destacaba por ser el más ingenioso, dijo con alegría y solemnidad:
-Esconderemos las llaves de la Felicidad en un lugar en que el hombre, por más que busque, tardará mucho, mucho tiempo de suponer o imaginar...
-¿Dónde?, ¿dónde?, ¿dónde? -preguntaban con insistencia y ansiosa curiosidad los que conocían la brillantez y lucidez de aquel dios-.
-El lugar del Universo que el hombre tardará más en mirar y en consecuencia tardará más en encontrar es: en el interior de su corazón.
Todos estuvieron de acuerdo. Concluyó la reunión de dioses. Las llaves de la Felicidad se esconderían dentro del corazón de cada hombre.
Te invito a leer un artículo sobre la felicidad: clic aquí
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CRUZANDO EL RÍO
Un anciano maestro zen y dos discípulos andaban en paz y silencio por un largo camino. Hacia el miediodía llegaron a un río y vieron a una chica muy guapa sentada tranquilamente con los pies puestos en el agua. La chica contemplaba receptiva y seductora a los tres caminantes.
Los dos discípulos empezaron a mostrarse nerviosos ante tanta belleza. Los dos quedaron embelesados por el atractivo radiante del cuerpo de la chica y por la brillantez de su mirada. Poco a
poco se fueron acercando, dejando al maestro en un segundo plano.
poco se fueron acercando, dejando al maestro en un segundo plano.
Ella, con actitud seductora, les miró y les dijo:
-¿Quién de los dos podría ayudarme a cruzar el río?...
Los dos muchachos se miraron y dirigieron un gesto interrogando al maestro que observaba lo que estaba pasando. El maestro lanzó una mirada profunda a cada uno de ellos sin decir nada. Después de un largo y tenso minuto de dudas, uno de los discípulos avanzó, y cogiendo a la mujer en brazos, la ayudó a cruzar el río entre sonrisas, caricias y mucha complicidad.
Una vez llegaron al otro lado del río se dieron un beso tierno y se despidieron sin dejar de mirarse. El joven se dio media vuelta y continuó el camino con el otro discípulo y el maestro.
Por la noche, cuando llegaron a casa, sus movimientos delataban su estado interno: se quemaba con el fuego que encendía, se le caía el vaso de agua que sostenía entre sus manos, tropezaba con la raíz de un árbol del jardín... Su mirada siempre encontraba el rostro impasible y ecuánime del anciano, que lo observaba sin emitir juicio ni palabra.
Tres días después, la tensión llegó a ser tan dura, que el chico se dirigió hacia el maestro y le dijo con rabia:
-¿Por qué no le has dicho nada a mi hermana, que rompiendo las reglas de la sobriedad ha encendido el fuego del erotismo con aquella chica del río?, ¡¿por qué?!, ¡¿por qué no le has dicho nada?!... ¡¡Y no me digas que la respuesta está en mi interior porque ya no puedo escuchar ni ver nada con claridad!!, ¡necesito entender!, dame una respuesta, por favor.
El anciano, dedicándole una mirada integral de rigor y benevolencia, le respondió con serenidad y contundencia:
-Tu hermano ha tomada la mano de aquella mujer a un lado del río, y la ha soltado cuando ha llegado al otro lado. Tú has tomado la mano de aquella mujer a un lado del río, y aún no la has soltado.
EL CIELO Y EL INFIERNO
-Anciano díganos: ¿qué diferencia hay entre el cielo y el infierno?...
El sabio contestó:
-Veo una montaña de arroz recién cocinado, todavía sale humo. Alrededor hay muchos hombres y mujeres con mucha hambre. Los palos que utilizan para comer son más largos que sus brazos. Por eso cuando cogen el arroz no pueden hacerlo llegar a sus bocas. La ansiedad y la frustración ca
da vez van a más.
da vez van a más.
Más tarde, el sabio proseguía:
-Veo también otra montaña de arroz recién cocinado, todavía sale humo. Alrededor hay muchas personas alegres que sonríen con satisfacción. Sus palos son también más largos que sus brazos. Aun así, han decidido darse de comer unos a otros.
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Me han encantado Alberto. Gracias!
ResponderEliminarDe verdad me ha encantado esto sobre todo el cuento LA LLAVE DE LA FELICIDAD me ha hecho reflexionar muchas veces y gracias a esto he tenido confianza en mi mismo, gracias.
ResponderEliminarlol
ResponderEliminarBuenas noches. una pregunta: ¿los cuentos son de José Saramago? Gracias.
ResponderEliminarQuién es el autor?
ResponderEliminarLos cuentos no tienen autoría reconocida. Forman parte de un legado perteneciente a las tradiciones sufí y zen...
ResponderEliminarQue lindo! me encantó cruzando el río, tanto de mi tiene...cuanto cuesta soltar...
ResponderEliminarA mi me encantó el del árbol que no sabía quién era. Ojalá todos tuviéramos desde niños un buhito que nos enseñara la importancia de ser nosotros mismos..
ResponderEliminarPreciosos Cuentos Alberto...Muchass Gracias...Todos me llegan. Pero el Arbol que no sabe quien es....me conmueve....hasta pronto
ResponderEliminarHermosos cuentos,el árbol me encanto!!!.-*
ResponderEliminarEn la facultad de Medicina, el profesor se dirige a un alumno y le pregunta:
ResponderEliminar“¿Cuántos riñones tenemos?”
“¡Cuatro!”, responde el alumno.
“¿Cuatro?”, replica el profesor, arrogante, de esos que sienten placer en pisotear los errores de los alumnos.
“Traiga un fardo de pasto, pues tenemos un asno en la sala”, le ordena el profesor a su auxiliar.
“¡Y para mí un cafecito!”, replica el alumno al auxiliar del maestro.
El profesor se enoja y expulsa al alumno de la sala. El alumno era, por cierto, el humorista Aparicio Torelly Aporelly (1895-1971), más conocido como el “Barón de Itararé”.
Al salir de la sala, todavía el alumno tiene la audacia de corregir al furioso maestro:
“Usted me preguntó cuántos riñones ‘tenemos’. ‘Tenemos’ cuatro: dos míos y dos suyos. ‘Tenemos’ es una expresión usada para el plural. Que tenga un buen provecho y disfrute del pasto”.
Muy bueno, por eso tenemos que expresarnos bien y no burlarnos de nadie que se nos puede revertir.
EliminarMuy bueno!
EliminarJajajaj muy buenoooooo
EliminarQue lindo!
EliminarMUCHAS GRACIAS !! HERMOSOS... SOY PROF. DE YOGA Y LES DOY CLASES A ADULTOS DISCAPACITADOS ...VOY A LEERSELOS .... NAMASTE MONICA WIRTH
ResponderEliminarGracias
ResponderEliminarGracias por esos cuentos orientales, lo de las 'Llaves de la Felicidad' me resultó estupendo. Se parecen a estos otros: http://www.cuentosfantasticoscortos.com/
ResponderEliminarMuy interesante todos,pero mi preferido es el del harbol,gracias
ResponderEliminarJuan trabajaba en una planta distribuidora de carne. Un día, terminando su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo; en ese momento se cerró la puerta, se bajó el seguro y quedó atrapado dentro.
ResponderEliminarAunque golpeó la puerta fuertemente y comenzó a gritar, nadie pudo escucharlo.
La mayoría de los trabajadores habían partido a sus casas, y fuera del refrigerador era imposible escuchar lo que ocurría dentro.
Cinco horas después, y al borde de la muerte, alguien abrió la puerta. Era el guardia de seguridad que entró y lo rescato.
Juan preguntó a su salvador como se le ocurrió abrir esa puerta si no era parte de su rutina de trabajo, y él le explicó:
"Llevo trabajando en esta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran a la planta cada día, pero tú eres el único que me saluda en la mañana y se despide de mí en las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible".
Hoy, como todos los días, me dijiste tu simple "Hola" a la entrada, pero nunca escuché el "Hasta mañana".
Para ti yo soy alguien. Cuando no oí tu despedida, supe que algo te había pasado... Te busqué... ¡¡y te encontré!!
Muy buenos aportes amigo, me encantan esas historias que cuentas. Un abrazo.
EliminarQUE BELLEZA, SI ME LLEGO AL ALMA.
Eliminarque chever me encanto LAS LLAVES DE LA FELICIDAD
ResponderEliminarBuenas noches... QUIÉN NO TRABAJA, NO COME!
ResponderEliminarHyakujo solía trabajar la tierra con sus discípulos aún a la edad de ochenta años. Diariamente arreglaba los jardines, limpiaba el terreno y podaba los árboles.
Los pupilos se lamentaban de que su anciano maestro trabajase tan duramente, pero, sabiendo que no se dejaría convencer por ellos, convinieron en que lo mejor sería esconder sus herramientas en algún sitio donde no pudiera encontrarlas.
El día que llevaron a cabo su plan, Hyakujo no probó bocado. Lo mismo hizo al día siguiente, y al otro.
Los monjes pensaron:
- Debe estar enfadado porque hemos escondido sus herramientas.
- Tal vez sería mejor que se las devolviéramos.
Así lo hicieron. Al día siguiente, el maestro trabajó y comió como solía hacer antes.
Por la tarde dijo a sus discípulos:
- Quien no trabaja, no come.
Gracias por estas historias que han compartido muy bellas :)
ResponderEliminarME ENCANTAN ESAS HISTORIAS
ResponderEliminarbueno esta :)
ResponderEliminarMe encanta
EliminarGracias; citaré estos cuentos y página en una antología de tarea, son muy lindos, muchas gracias.
ResponderEliminarMe gustan todos estos cuentos porque son muy lindos y nos ayudan a reflexionar y cambiar nuestra orma de ser
ResponderEliminarMuy buena aportación, dicen mucho esos relatos. Gracias por compartir. Un abrazo.
ResponderEliminarme encanto lo del árbol, por que nosotros los humanos tenemos muchos apegos. los felicito por que ustedes son un grupo que nos ayudan en nuestro caminar hacia la sabiduría universal. gracias de corazón.
ResponderEliminarMuy buenas tardes, desde Trelew, Chubut, Argentina. :) Muchas gracias por el aporte de estas hermosas lecturas. Estoy por comenzar a brindar un taller de lectura sobre yoga para niños y éstas, me ayudaron a empezar a reflexionar por un buen camino. Gracias por compartir. Saludos.
ResponderEliminarmuy interesante me encanto la historia del arbol
ResponderEliminaruna vez le preguntaron a un guerrero invencible porque se paseaba por las calles en una actitud tan humilde
ResponderEliminarentonces extendio su brazo y lentemente fue cerrando sus dedos asta convertirlos en un puño y dijo
mis dedos son cinco señores que se inclinan ante mi . mientras mas humildes se hacen mas fuertes son
Buenísimo
EliminarGracias muchas gracias estoy empezando a leer estos consejos tan sabios los pondre en practica.venezuela tiene que cambiar el mundo tiene que cambiar para bien.Dios los bendiga a todas estas personas que dia tras dia ponen su grano de arena para la paz.
ResponderEliminarque representa las montañas de aroz del cuento el cielo y el infierno
ResponderEliminarA mi parecer, representa todo lo que hay para recibir y para dar. Material o abstracto. Y estaremos en el cielo si compartimos esas cosas, si nos nutrimos mutuamente. Si somos solidarios... Y casi contrario en el infierno si somos egoístas y pensamos en nosotros mismos,en este caso seremos pobres de alma o "tendremos hambre y no podremos comer culpa de nuestros palos largos"
EliminarEl infierno de vivir con egoismo
EliminarMuy buenos....inducen a reflexionar, contienen "mucho mensaje"
ResponderEliminarAfilar el hacha...buenísima!!!
ResponderEliminarExcelente! Enseñanzas muy buenas. Hay que aprender a respetarnos, a confiar en los demás, a ser más solidarios. Muy buenos todos los cuentos, es difícil quedarse con uno. Hay que disfrutar y captar la esencia de todos. Gracias por este espacio de reflexión. Abrazo para todos los que aportan aquí. Estamos comiendo de la montaña de arroz, armoniosos y felices en este lugar... Saludos
ResponderEliminarPreciosos cuentos. No olvidemos cada día sonreir a los demás. La gente reacciona ante un gesto de amor, ante una sonrisa..., todo se vuelve mejor.
ResponderEliminarMuchas gracias por esta gran recopilación de cuentos. Yo también intento recopilar todos los cuentos para reflexionar que encuentro, es algo que me apasiona, puedes verlos en mi web por si te interesa: http://psiqueviva.com/cuentos-reflexion/
ResponderEliminarEl hombre más viejo del mundo recibe la visita de un joven periodista.
ResponderEliminar-Señor, usted que ha logrado vivir tan enorme cantidad de años, ¿tiene un método?
-Si. Tengo un método.
-¿Y cuál es?
-Algo muy simple: nujnca contradigo a nadie.
-¿Solo eso? ¡No es posible!
-Sí, sí, no es posible.
Jaja buenisimo!
Eliminaruna vez me contaron el cuento " las llave de la felicidad" me gusto tanto que siempre lo llevaba en mi mente pero no lograba recordarlo exactamente para contárselo a otras personas. Estoy alegre de encontrarlo aquí y ahora poder compartirlo.
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