En este artículo te invito a ver un experimento (hay muchos otros) acerca de la influencia social que puede ejercer el grupo en el individuo: El experimento del ascensor.
Te invito a la reflexión a partir de algunas preguntas que me surgen:
¿Hasta qué punto podemos llegar a renunciar a nosotros mismos dentro de un grupo?
¿Hasta qué punto nos enajenamos de nosotros mismos estando en grupo?
¿A qué nos exponemos si defendemos nuestros planteamientos, aunque sean distintos a los de la mayoría?
¿Qué nos sucede si somos y nos sentimos diferentes a la mayoría? ¿Podemos ser mas allá de la opinión o el comportamiento mayoritario?
Desde ahí...
¿Cómo podemos llegar a mentirnos a nosotros mismos por estar en paz con el grupo?
¿Hasta dónde puede llegar la locura colectiva que puede partir de ahí?
¿Cómo se nos manipula y/o se nos puede manipular desde ahí?
¿Cuál es el precio que pagamos por renunciar a nosotros mismos, a nuestras ideas, a nuestro sentir y a nuestros planteamientos?
Como contrapunto, en este otro video se produce una influencia inversa. A partir de una sola persona se genera un movimiento que contagia a la multitud que se va sumando.
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